A la hora del té, a la hora del desayuno, a media mañana,..... a cualquier hora,..... estos panecillos tradicionales del Reino Unido son apropiados en cualquier momento.
Suelen tomarse abiertos por la mitatad con mermelada y nata, pero se pueden comer como te apetezca e incluso solos.
Los descubrí en un viaje a Irlanda hace años pero hasta ahora no me había atrevido con ellos.
La verdad es que son muy fáciles de hacer y en muy poco tiempo los tenemos a punto para hincarles el diente.
Un poco de harina extra
Leche para pintar
INGREDIENTES
260
gr de harina de uso común
70
gr de mantequilla sin sal fría
25
gr de azúcar blanco normal
90
– 120ml de leche fría (o nata líquida)
1 sobre de levadura (LIDL)
1 sobre de levadura (LIDL)
Un poco de harina extra
Leche para pintar
UTENSILIOS
Bandeja
de horno
Bol
grande
Bol
pequeño
Papel
sulfurizado de horno
Cortador
de galletas redondo de 6 cm de diámetro
Cuchillo
Espátula
Tenedor
Pincel
de silicona
Rejilla
PREPARACIÓN
Lo
primero será precalentar el horno a 200º C.
También
prepararemos la bandeja de hornear poniéndole un papel sulfurizado.
En
un bol grande mezclaremos la harina, la levadura, la sal y el azúcar.
Podéis
doblar la cantidad de azúcar si los vais a servir solos sin el acompañamiento
de mermelada.
Por
otro lado cortaremos la mantequilla en dados más o menos pequeños. La mantequilla
tiene que estar bien fría así que, si e necesario, una vez cortada, la
meteremos un rato en la nevera.
Añadimos
la mantequilla cortada a nuestra mezcla de harina.
Con los dedos vamos mezclando la mantequilla con la mezcla de harina pero sin amasar. Tiene que quedar una mezcla suelta como si fueran migas de pan.
En
otro bol o en un plato, batiremos el huevo y le echamos 90 ml de nata.
Batimos
un poco para incorporar.
Reservamos
un poco de nata por si tenemos que corregir la humedad de la masa.
Normalmente
se utiliza leche pero los scones saldrán más ricos si utilizas nata líquida
para montar.
Hacemos
un hueco en la mezcla de harina,.....
...... y vertemos dentro el huevo batido con la nata.
Mezclamos
con un tenedor o una espátula pero solo hasta que los ingredientes estén
integrados y de puedan unir más o menos en una bola.
Es
importante no amasar. Solo hay que unir los ingredientes.
La
masa tiene que quedar húmeda pero sin pegarse en las manos.
Si
ha quedado muy seca le podemos añadir el resto de la nata líquida de cucharada
a cucharada.
Enharinamos
el mármol o la superficie de trabajo y estiramos la masa con las manos hasta
formar un rectángulo. No hay que amasar ni usar el rodillo.
Doblamos
el rectángulo en tres veces como se ve en las fotografías.
Estiramos
nuevamente con las manos para formar un nuevo rectángulo.
Giramos
la masa 90º y volvemos a estirarla.
Volvemos
a doblar en tres y volvemos a estirar.
Repetimos
la operación otra vez más.
Estiramos
la masa hasta dejarla más o menos de 2 cm – 2,5 cm de grosor.
Con
un cortador redondo de unos 6 cm de diámetro vamos cortarndo las formas.
Colocamos
las formas en la bandeja que teníamos preparada dejando espacio entre ellas
porque crecerán con el horneado.
Pintamos
la superficie con un poco de leche.
Horneamos
200ºC durante 15 minutos o hasta que veamos que están dorados.
Un
truco para saber si están horneados es golpear suavemente la superficie. Tiene
que estar firme y sonar un poco a “hueco”.
Los
sacamos de horno y los dejamos enfriar sobre una rejilla.
La
tradición es servirlos templados y abiertos por la mitad acompañados de
mermelada y nata líquida.
Pero
fríos también están riquísimos.
Tienen un olorcillo a mantequilla ........ mmmmmm,......... impresionante,......... de rico,..... os apetece probarlos?.
Pues,...venga!!!!!,... Voy preparando el café!!!!.
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